Entró dispuesto a robar el negocio atendido por aquella débil anciana
—¡Dame toda la plata! Y no hagas boludeces —dijo el asaltante algo exasperado.
—¡No me lastimes! ¡Por favor! Llevate todo, ¡pero no me hagas nada! — respondió la octogenaria, cagada hasta las patas.
Airoso, el chorro salió con los bolsillos llenos de billetes y un paquete de Rodeo, sus cigarrillos preferidos.
Llevaba caminando dos cuadras cuando se empezó a sentir pesado, lento. Le dolían las articulaciones, los huesos… Se sentía exhausto, comenzaba a renguear y a encorvarse. Su vista fallaba, nublada como por arte de magia.
Definitivamente, le había quitado a la vieja todo lo que tenía.
Santiago Fernández Subiela es alumno de 2do. año de Polimodal del Colegio Caraludmé, Batán, Argentina.
1 comentario:
¡Vaya final sorpresivo y contundente!
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